Recibido de Prof:enrique López Oliva
----- Original Message -----
From: Pedro Mart?nez Pirez
To: bbetan@rhc.cu
Sent: Thursday, December 10, 2009 12:16 PM
Subject: Presenta credenciales Embajador de Cuba ante la Santa Sede
Palabras del embajador Eduardo Delgado Bermúdez en la presentación de credenciales al Santo Padre Benedicto XVI el 10 de diciembre del 2009.
Santidad:
El Gobierno de la República de Cuba me ha honrado al designarme como Embajador Extraordinario y Plenipotenciario ante la Santa Sede, y tengo hoy la excepcional ocasión de presentarle las Cartas Credenciales que me acreditan como tal. He recibido con ello la oportunidad de servir a mi pueblo y a mi país, en momentos de especial importancia, tanto para Cuba, como para la Humanidad.
Le transmito un saludo personal y el profundo respeto que tienen por usted el Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros, Raúl Castro Ruz, y el líder histórico de nuestro pueblo y de la Revolución Cubana, Fidel Castro Ruz.
En este día, de especial significación personal, vienen a mi mente múltiples recuerdos, personalidades y hechos de nuestra historia. El padre Félix Varela, uno de los principales fundadores de la nación, del pensamiento y de la cultura de mi país. El iniciador de la lucha por nuestra independencia y Padre de la Patria cubana, Carlos Manuel de Céspedes. José Martí, el más grande y universal de los pensadores que organizaron nuestra Guerra por la Independencia Nacional y forjador del pensamiento político y filosófico del pueblo cubano en el Siglo XIX. Muy en lo íntimo tengo presente a Monseñor Cesare Zacchi, por quien profesé especiales sentimientos de amistad y aprecio, y que realizó una inolvidable labor como Pro Nuncio Apostólico en Cuba.
Evoco también el recuerdo de la visita a Cuba que realizó en el año 1998 Su Santidad Juan Pablo II y su homilía en la Plaza de la Revolución “José Martí”, en la que expresó su preocupación sobre el resurgimiento “en varios lugares (de) una forma de neoliberalismo capitalista que subordina a la persona humana y condiciona el desarrollo de los pueblos a las fuerzas ciegas del mercado, gravando (…) a los países menos favorecidos con cargas insoportables”. Al igual que su reprobación de “las medidas económicas restrictivas impuestas desde fuera del país” a nuestro pueblo, por “injustas y éticamente inaceptables”, en alusión al cruel bloqueo económico del que somos víctimas desde hace más de 50 años.
Las relaciones diplomáticas ininterrumpidas entre el Estado del Vaticano y la República de Cuba cumplirán 75 años en el 2010. El Gobierno cubano valora positivamente el estado actual de sus relaciones con la Santa Sede, en momentos en que se continúan desarrollando también las relaciones con la Iglesia Católica en nuestro país, caracterizadas por la existencia de una comunicación directa, fluida y respetuosa; al tiempo que se aprecia con alta estima su contribución a los programas de asistencia social y de ayuda humanitaria que llevan a cabo las autoridades cubanas para beneficio del pueblo, especialmente los que se refieren al cuidado de los ancianos. Igualmente, agradecemos el apoyo brindado por la Iglesia, junto a otras instituciones, a la recuperación de los daños provocados por los tres huracanes que afectaron a nuestro país en el 2008.
En estos años constituyeron hitos de las relaciones bilaterales la visita del Presidente Fidel Castro a la Santa Sede en el año 1996 y su encuentro con los obispos cubanos el 16 de noviembre de 2005. También la visita a nuestro país del Papa Juan Pablo II en 1998; la presencia entre nosotros del Cardenal Tarcisio Bertone, Secretario de Estado de Su Santidad, y la entrevista que sostuvo con el Presidente Raúl Castro; así como la del Cardenal José Saraiva Martins, su enviado a la ceremonia de beatificación del Padre Olallo Valdés en noviembre del 2008, a la que asistió el Presidente cubano.
Hemos leído y estudiado con especial atención la Encíclica de su Santidad “Caridad en la verdad”. Apreciamos que la Santa Sede y Cuba tienen posiciones convergentes en temas sustantivos de la agenda internacional, tales como la promoción de la paz mundial, el logro del desarme general y completo, el rechazo a la violencia y el uso de la fuerza en la solución de los conflictos, a favor del desarrollo humano integral, el rechazo a que el aumento de la riqueza en términos absolutos signifique su concentración y la profundización de las desigualdades, el combate para erradicar la pobreza, el hambre, la miseria, las enfermedades endémicas y el analfabetismo, la exhortación a practicar una solidaridad y cooperación internacionales más amplias y sobre patrones de justicia y promoción del desarrollo, el rechazo a una globalización basada en las desigualdades y los intereses de las empresas y de los países más ricos, la necesidad de reformar tanto la Organización de las Naciones Unidas como la arquitectura económica y financiera internacional, la defensa de la justicia social, la necesidad de fortalecer los valores éticos y la fidelidad a la verdad, el papel de la familia y la conveniencia de los diálogos ecuménico e intercultural.
Coinciden también la preocupación de Cuba y el Vaticano por el cambio climático y su efecto hacia el medio ambiente. Reconocemos la gravedad del cambio climático como un reto ambiental global, cuyas negativas consecuencias no sólo afectarán el entorno físico y natural que sostiene la vida en el planeta, sino también sobre todos los sectores socio-económicos. Consideramos que mientras no se aborde seria y responsablemente la necesidad de modificar los actuales patrones de producción y consumo de energía, muy poco se podrá avanzar en los esfuerzos para disminuir los efectos del cambio climático global. En este camino, Cuba desarrolla una campaña de ahorro como parte de una política de revolución energética.
El marco internacional actual de las relaciones entre los Estados constituye un reto a la sobrevivencia de la Humanidad. Los países más poderosos tratan de imponer no sólo sus intereses, sino también sus propios modelos de organización económica, política y social, mantienen una injustificada carrera armamentista y guerras de agresión con propósitos de dominación y apropiación de los recursos naturales, con efectos altamente nocivos para la naturaleza, al tiempo que recurren a medidas extremas de agresión y subversión contra aquellos que los desafían y que trabajan por un modelo propio de desarrollo que permita avanzar en la solución de los problemas apremiantes de sus pueblos.
En el caso de Cuba, a contrapelo de la abrumadora condena cada año de los pueblos y de los gobiernos representados en las Naciones Unidas, el gobierno que unilateralmente lo decretó insiste en mantener un cruel y unilateral bloqueo económico, financiero y comercial, así como otras leyes y medidas, que no sólo son ilegales por su aplicación extraterritorial y en menoscabo del derecho de terceros Estados a comerciar con o invertir en Cuba, sino que violan la letra y el espíritu de la Carta de la ONU y los principios del Derecho Internacional y, como tipifica la Convención de Ginebra, constituyen un acto genocida, porque están dirigidas a rendir por hambre, enfermedad y penuria a nuestro pueblo heroico y generoso.
Tal como usted señala en la Encíclica “Caridad en la Verdad”: “no hay progreso pleno ni un bien común universal sin el bien espiritual y moral de las personas, consideradas en su totalidad de alma y cuerpo”.
“Un mundo mejor es posible”, ha expresado Fidel Castro, quien no cesa de trabajar incansablemente por el bienestar espiritual y material de nuestro pueblo y de la humanidad. Cuba, que es un pequeño país, ha alcanzado logros importantes en la salud, la educación, la investigación científica y el deporte, y la promoción del arte y la cultura, a pesar del bloqueo y de otras dificultades económicas que enfrenta, hace un aporte internacional con aproximadamente 58 mil colaboradores, médicos, educadores y especialistas, que, como misioneros de la Iglesia, brindan su ayuda humanitaria en los más intrincados rincones de 98 países de nuestra América, en África, Asia y Oceanía; así como con los casi 32 mil jóvenes de 118 países y 4 territorios de Ultramar que estudian gratuitamente en el nuestro y los 23 mil que lo hacen en sus países con profesores y métodos de enseñanza cubanos.
Con modestia y humildad nos sentimos orgullosos de nuestro proyecto de justicia social, bajo una Constitución que establece en su preámbulo que está presidida por un profundo anhelo, al fin logrado, de José Martí: “Yo quiero que la ley primera de nuestra República sea el culto de los cubanos a la dignidad plena del hombre”. Y teniendo muy presente que, como expresó el propio José Martí: “Patria es humanidad…Patria no es más que el conjunto de condiciones en que pueden vivir satisfechos el decoro y el bienestar de los hijos de un país. No es Patria el amor irracional a un rincón de la Tierra porque nacimos en él; ni el odio ciego a otro país, acaso tan infortunado como culpable…Patria es comunidad de intereses, unidad de tradiciones, unidad de fines, fusión dulcísima y consoladora de amores y esperanzas…”
Hago votos por la salud de Su Santidad y le manifiesto los mejores deseos del pueblo y el Gobierno cubanos.
Muchas gracias.
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