Recibido de: Enrique Lopez Oliva.
Nuestros apremiantes problemas y la propuesta de celebrar un “Congreso de la Nación”
por Pedro Campos
Los problemas de Cuba no son generacionales, de historial, ni cívico-militares, sino la ausencia de un programa socioeconómico consensuado y el débil funcionamiento democrático del sistema político
La Revolución Cubana vive un momento crucial, caracterizado por la clarividencia de la dirección histórica -a pesar de su ocaso natural- en reconocer el peligro de la reversión del proceso, la ausencia de un claro plan consensuado para enfrentar este riesgo, el renacer del movimiento socialista en América Latina, la grave crisis internacional del capitalismo y el cambio de gobierno de EE.UU. que ya enfila otro rumbo en la política hacia Cuba.
En las palabras de Raúl -“unidad en la diversidad”- están las claves del éxito ante estas situaciones, pues no hay otra manera posible de avanzar en medio de las contradicciones y complejidades internas y externas. Pero su dinámica implica un claro rumbo anticapitalista, distanciado de las esencias que caracterizan el sistema de explotación asalariada del trabajo y avanzar hacia el pleno reconocimiento de los principios democráticos en el Partido y en la sociedad, que solo son ciertos si son válidos también para las minorías y la aceptación del corrimiento de los planes y programas hacia los centros de gravedad de los intereses de la mayoría del pueblo.
Existe la creencia, al parecer mayoritaria, de que muchas cosas deben cambiar en el contexto actual para garantizar la irreversibilidad de la Revolución: en las leyes, la filosofía económica, la propiedad, las relaciones de producción, distribución y consumo y el sistema electoral; pero todo, para más socialismo. La mayoría del pueblo no quiere seguir igual que hasta ahora, quiere cambios, y no cosméticos, a fin de garantizar la continuidad de la Revolución y sus logros, con transformaciones direccionadas a profundizar la socialización; de otra forma, el rumbo podría seguir siendo incierto.
Ante estas complejidades y para evitar la reversión identificada por Fidel se hace necesario definir con claridad qué se propone a corto, mediano y largo plazos el partido-gobierno: 1-si cree que el fracasado viejo esquema dirigista de socialismo estatista desarrollista, en verdad un capitalismo monopolista de estado, sigue siendo una opción viable y contenido esencial de la etapa de tránsito al comunismo y por tanto solo se trata de “perfeccionarlo”; 2-si considera que temporalmente esta fase todavía es necesaria por un tiempo determinado para consolidar la base económica y luego avanzar en las relaciones socialistas de producción; 3-si ya estamos en condiciones de progresar directamente, en forma paulatina, hacia más socialización; o 4- lo que sea que ocurra que haya que hacer por el bien del pueblo, pero lo que sea, debe hacerse público pues el pueblo necesita saber qué proyecto está apoyando, más allá de un poder en manos de los líderes históricos.
Estas importantes definiciones y otros planes y perspectivas deberán estar claramente contenidos en el nuevo Programa del Partido a discutir por sus bases y las masas, en el proceso del VI Congreso del PCC, cuya convocatoria no debería pasar de mediados de año.
Los recientes cambios de figuras en el aparato burocrático central del gobierno-partido, han generado diversas expectativas e interpretaciones internas y externas. No es aconsejable desestimar las valoraciones hechas al respecto por amigos de la izquierda internacional y el pueblo cubano en pasillos y corrillos, pues otras vías no tiene para expresarlas. Independientemente de las cuestiones de forma, que no han honrado la imagen democrática del sistema, la esencia de los movimientos parece responder a la “política de cuadros” en concordancia con lo que interna y externamente se pretende hacer, sólo que los cambios de personas nada aclaran sobre planes y propósitos gubernamentales.
Tales separaciones han evidenciado –además- el fracaso tácito de una “política de cuadros” que partía de la “selección-imposición” de jóvenes líderes estudiantiles para convertirlos en figuras de primera línea del gobierno (Robaina, Lage, Felipe, Valenciaga, Otto y otros).
Algunos analistas señalan el peligro de la militarización por la presencia de militares en el gabinete cuando en definitiva por razones históricas siempre ha tenido que haber militares en el gobierno. Tales peligros no proviene del origen civil o militar de los cuadros, sino de anteponer los intereses estrechos de los militares a los de la nación y en transpolar a la vida civil y política los métodos jerárquico-militares tradicionales, sin entender que cada espacio de la sociedad tiene su propia “disciplina”, mecanismos y leyes de funcionamiento.
Otros se preocupan por la historia revolucionaria de las nuevas generaciones, cuando todos sabemos que existen otros muchos compañeros con sobrados méritos revolucionarios y conocimientos para ocupar responsabilidades, que nunca serán designados por ningún órgano superior, jamás serán “cantera” de la nomenclatura, ni a muchos de ellos tampoco les interesa serlo en las actuales circunstancias.
En fin que no es cuestión de edad, de procedencia militar o de historia revolucionaria, el ser o no “seleccionado” para cargos en el gobierno, se trata de la filosofía de la actual dirección y su “política de cuadros” basada en la “selección y no en la elección”. Si el cuadro, como decía el Che es la columna vertebral de la Revolución y ésta es obra de las masas, son éstas y no los jefes ni sus aparatos burocráticos los que deben elegir los cuadros.
De manera que los problemas fundamentales de Cuba, los apremiantes, relacionados con nuestra actualidad, los que ahora mismo están complicando el futuro de la Revolución son:
1-Seguir sin un claro plan político económico social consensuado claramente orientado hacia el socialismo, que logre enfrentar los graves problemas de nuestra sociedad y continuar con un sistema estatista asalariado, centralizado autoritario y burocrático, con todos los peligros que esto implica para la restauración capitalista en la compleja situación nacional e internacional actual.
2-Continuar con una “política de cuadros” para el Partido y el gobierno, basada en la “selección-imposición”, en lugar de garantizar una renovación a través de la “elección-democrática” reconocida en la Constitución y en los estatutos del Partido. Es un problema de concepción, de una política de cuadros no democrática, sino como el propio sistema: burocrática.
3-Creer que sean los métodos disciplinarios de ordeno y mando, los que van a resolver el problema económico y social, y no el cambio en las políticas correspondientes. Control necesitamos, sí; pero control de los trabajadores no de la burocracia, que no se combate cambiando burócratas, sino los métodos dirigistas, socializando las decisiones.
No se trata ahora de responsabilizar personalmente a alguien por estas políticas, muchas de sus víctimas han sido también sus responsables, por acción u omisión. Lo que importa ahora es que la dirección histórica y el nuevo gobierno abran espacios a que se entiendan estas problemáticas, se defina el camino a seguir y avancemos en dirección a la socialización y a la democratización.
Cuando terminaba de redactar estas líneas supe del artículo de mi amigo Félix Guerra (1) proponiendo convocar a un “Congreso de la Nación” donde estén presentes todas las tendencias políticas existentes en Cuba, a fin de buscar un camino consensuado para la solución de los graves problemas que enfrenta el país en los marcos de la “unidad en la diversidad”.
Esta interesante propuesta y otras eventuales iniciativas de los revolucionarios y comunistas cubanos, encuentran su razón de ser, precisamente, en el insuficiente y lento movimiento gubernamental hacia los cambios que demanda la sociedad cubana, expresados en el gran debate nacional de 2007 a partir del discurso de Raúl y en el creciente descontento nacional por la falta de información y definición sobre sus planes y argumentos de sus acciones.
La sugerencia de Guerra no es ajena al lenguaje y al espíritu del Socialismo Participativo y Democrático –SPD- cuyas ideas no pertenecen a alguien en particular, como se ha expresado en otras ocasiones, sino que son parte del rescate, la continuidad y la renovación del socialismo revolucionario de Marx, Engels y Lenin, por lo que son patrimonio general del nuevo Socialismo, Socialismo del o en el siglo XXI o como se quiera llamar, de manera que sus fundamentos y conceptos son tratados, difundidos y discutidos por disímiles compañeros sin otro vínculo que el interés común en sacar el proceso revolucionario cubano de su actual estancamiento.
Con vista a viabilizar esta iniciativa del compañero Félix Guerra y para evitar que acciones precipitadas o provocaciones extrañas puedan contaminarla, como convocar una marcha fuera de tiempo y lugar, habría que ir dando los pasos organizativos necesarios y creando las condiciones convenientes para lograr que un evento de estas características constituya una contribución positiva, lo cual precisa de la participación del gobierno y el Partido Comunista de Cuba.
Una variante a considerar para la realización práctica de esta iniciativa y su canalización por vías institucionales, podría ser que, en un tiempo prudencial, la dirección del Partido y el Gobierno nombre un grupo encargado de analizar y coordinar esta y otras sugerencias que pudieran surgir.
Por su esencia socialista y su eventual impacto en el futuro de Cuba, esta importante proposición no debería ser soslayada por la dirección del país.
Socialismo por la vida.
La Habana 23 de marzo de 2009 2007 perucho1949@yahoo.es
1- Diversidad expresada, oída, debatida, incorporada, conduce a Unidad.
Artículos y ensayos relacionados en:
http:/www.kaosenlared.net/rss/kaos_colaboradores_195.xml http://analitica.com/va/internacionales/opinion/8777149.asp.
http://es.geocities.com/amigos_pedroc/index.html
autogestion-socialista.blogspot.com/
miércoles, 25 de marzo de 2009
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