viernes, 6 de noviembre de 2009

El asunto de los olores me recuerda a al Rey Salomón cuando en el Cantar de los Cantares.decia:"por el olor de tus suaves unguentos..."
O cuando el apostol Pablo,hablaba del:"olor de muerte para muerte y el olor de vida para vida"tratándose del evangélio y su aceptación o rechazo.
Nunca había pensado en un olor llevado a categoría de la política o de la filosofía.
Recuerdo un pasaje del Lazarillo de Tormes,cuando éste le dijo al ciego:"oliste el olor de la longana y no el olor de la ventana"
En este olor sextoniano,olor de la nostalgia poética,de los revanchistas,de la desconfianza,de la esperanza,y de cambios extruturales..se percibe un horizonte menos dogmático y por lo tanto más creador y pertinente.
Si el oráculo de Delfos decia:'conocete a ti mismo"tratándose de el individúo,el mismo es válido para el análisis de los pueblos como un todo.Asi es válido occilar entre un:"?voy bien.."o un:"Quo vadis."
Es esa la dinámica de todo proceso humano.
Ya el filósofo se preguntaba si quitando una pieza de la estructura del barco y poniendo otra nueva pero igual,si este era un barco nuevo o el mismo barco.
Si se cambia la economía tiene que darse en rigor un cambio de estructura,
En el campo eclesial se dan cambios a lo Lutero, y en el campo social,cambios a lo Debrey porque el "mundo jira"Según Jaime de Aldeaseca, y se mueve según Galileo.
Los grandes principios éticos son incomovibles.El amor,la justicia, la verdad,la solidaridad y otros semejantes permanecen para siempre.todo lo demas,es suceptible de transformaciones.

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