domingo, 2 de enero de 2011

LA IMPORTANCIA DE LA ARMONIA

Discordias,confusiones,antagonismos y discrepancias;tal parece que son las bases de muchos de los males, cuando éstas actitudes se enmarcan en el campo de la política y el órden jurídico de los pueblos.Lo contrario a todo esto, es la armonia, que es una virtud que ha de buscarse por sobre todas las cosas.

La armonía como aquello que busca la unidad placentera entre ideas discordante, no presupone la eliminación de una forma de pensar o de opinar, sino todo lo contrario,ya que ésta busca la unidad dentro de la diversidad y el respeto de la idea del otro.Así la armonía ve la posibilidad de un trabajo en conjunto en busca de un mismo fin aunque éste se busque por métodos diferentes y con variedad de matices.

En consecuencia, no puede de ninguna manera ser mala la armonía y no pueden ser deslegitimados lo que la buscan y los que la proponen, para lograr por medio de ella, la unidad de un pueblo en cualquier sociedad de hombres que amen la libertad y el predominio del derecho.

Por lo tanto, quien busca la armonía, busca la paz.quien busca la paz es hombre de bien y, de estos hombres de bien, todo país tiene necesidad para que, con el concurso de los mismos, se pueda alcanzar las metas de prosperidad y bienestar económico que hace a una nación digna de ser contada entre las naciones prósperas y democraticas, que añaden a todo esto,una gran cuota de libertades inherentes al ser humano que vive en hermandad y solidaridad militante.

No puede triunfar ningun proyecto humano divorciado de la unidad necesaria para hacer un trabajo en concondancia con el resto del cuerpo social que es uno e indivisible.Pero esta unidad no es un sistema monolítico del pensamiento dirigido por leyes, decretos, o por consignas por muy santas justas y buenas que parezcan ser, o que lo sean.La unidad se da necesariamente en la diversidad, para que de esa manera no se minimice ni se aniquile la individualidad de los que componen la nación como un todo.Esta diversidad es el caldo de cuultivo donde prospera la armonía que busca la interrelación de todo aquello que se presenta como discordante,pero que a la postre suma una cuota apreciada de fuerza y dinamicidad incontenibles para la consecución de aquello que un pueblo se propone conquistar como meta necesaria y alcanzable.

La armonía reclama su razón de ser;ella busca su lugar y, de seguro podrá jugar su papel conciliador en medio de una lucha que se presenta ser en extremo interesante y necesaria.

No puede existir la unidad sin la armonia y, los que estan de parte de la misma podran ser ignorados pero ella por si misma saldrá adelante como una necesidad para el logro de la unidad y por consiguiente, del triunfo que todos queremos para el bien supremo de la patria.

La armonía es total y completamente opuesta a toda división y confrontación irracional y arbitraria.Sus aparentes puntos de discordancia no son otra cosa, que sus movimientos intrinsecos a su propia naturaleza, que es la unidad y la reconciliación de las partes aparentemente contrarias pero susebtibles de atracción recíprocas.Por lo tanto,la armonía tiene que jugar su papel fundamental en el logro de las soluciones posibles.

La armonía renuncia al discurso crítico de la historia pasada con sus errores manifiestos, en aras de marcar un hito positivo en vista al futuro.La armonia no puede jugar su papel conciliador si permite por un solo segundo en considerar y rumiar el pasado condenado a morir juntamente con sus fracasos.Es por ello que,daremos todo el esfuerzo al logro de las metas propuestas usándolas como fundamento de nuestro accionar consiente como sujetos válidos de la historia que nos confronta y nos impela hacia el futuro que a todos nos pertenece.

El luchar porque prevalezca la armonía, es un derecho que a todos nos asiste y por lo tanto, no es patrimonio exclusivo de ningun ente en partucular.Hacer que impere en todo su vigor y potencialidades es nuestro deber irrenunciable, y a ella nos debemos en cuanto es el verdadero y oportuno vínculo hacia la paz de la nación.

Rev Leonides Penton Amador

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